martes, 13 de enero de 2009

Hace mucho que te quiero


Miradas… silencios… y aún así la película Hace mucho que te quiero (Il y a longtemps que je t'aime) dice tanto…

Una persona que pasa gran parte de su vida en la cárcel. Alejada de todo. "En la cárcel solía apilar libros junto a mi almohada, era una especie de muralla. Al otro lado estaba el mundo. Un mundo sin mí." Sin familia, sin apoyos, rodeada de silencios y rodeada de nadie. El mundo que sigue su curso y que no le da la oportunidad de vivir.

Cuando sale de la cárcel se encuentra con una familia que la arropa, una hermana que aún sin saber de ella en mucho tiempo la abraza y le da el cariño que no ha tenido. Son dos desconocidas que están unidas, muy unidas.

Intentan entenderse, conocerse, sentirse. La hermana la acoge, no juzga. Necesitan tener confianza, olvidar palabras hirientes que se han dicho y aprender otras muchas que pueden decirse, silencios significativos que no necesitan diálogo, miradas intensas que suplen esas palabras.

La hermana quiere darle lo que necesita: amor, sentirse acogida, integrada y en realidad ese cariño fraternal no se puede explicar, es algo que se vive dentro y se da. El cuñado no entiende a veces esa pasividad, esos silencios, esa debilidad aparente. Pero el lazo entre hermanos es algo que está fuera del alcance de las personas que no están dentro de ese pequeño grupo social. Y es algo que no debería romperse. Debería ser saber decir un gracias, saber decir un perdón, saber estar sin hablar, saber acoger sin preguntar, saber aceptar sin juzgar, saber abrazar sin motivo…

Un "estoy aquí" con que la película acaba dice y resume todo lo que significa un hermano.

Campbel

1 comentario:

  1. Efectivamente, así es el amor fraternal... y el maternal, y el paternal y el de la amistad de verdad. Me gusta ;-).

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