martes, 10 de febrero de 2009

Lamento de Dido



Esta ópera es muy especial para mi. Significó mucho. Significa mucho. Y seguirá significándolo. Será mi ópera. Mi parte favorita es el lamento de Dido y el coro final.
Dido sabe que Eneas no la ama y muere tras haberle pedido que abandone Cartago. Dido y Eneas fue compuesta por Henry Purcell en 1689. El fragmento que pongo es el más bonito que yo he encontrado. La mezzosoprano Maria Ewing canta el papel de Dido, la desdichada Reina de Cartago, y Rebecca Evans es Belinda, su doncella.

DIDO
Tu mano, Belinda;
me envuelven las sombras.
Déjame descansar en tu pecho.
Cuánto más no quisiera,
pero me invade la muerte;
la muerte es ahora una visita
bien recibida.
Cuando yazga en tierra, mis
equivocaciones no deberán crearle
problemas a tu pecho; recuérdame,
pero, ¡ay!, olvida mi destino.

CORO
Tú, Cupido,
vienes alicaído
y esparces rosas sobre su tumba,
dulces y tiernas como su corazón.
Mantén aquí tu vigilancia y no
partas nunca.

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