jueves, 16 de abril de 2009

La cueva de Salamanca


Las últimas veces que ha venido alguien a Salamanca a verme, los he llevado a la Cueva de Salamanca. Un lugar que no es muy conocido, pero que cuando se cuenta la leyenda a todo el mundo le atrae. Reconozco que no siempre expliqué bien la leyenda, por eso quizás hoy la quiero mostrar aquí, para todos con los que titubeé o la conté por encima. Durante el verano hacen representaciones teatrales allí y en una ocasión tuve la suerte de ver la leyenda dramatizada.
Cervantes dio un tratamiento burlesco a la leyenda en su entremés La cueva de Salamanca. Calderón de la Barca, Torres Villarroel, Feijoo, Botello de Moraes, Walter Scott o Ricardo de Rojas, son otros de los autores que han hablado de ella. La fama se extendió y en Latinoamérica se llaman Salamancas a todas las cuevas dedicadas a cultos mágicos.

La cueva de Salamanca era el lugar donde el Diablo enseñaba lo que todas las escuelas ocultaban. El maligno dictaba desde el fondo de la oquedad, tomando la forma de un macho cabrío e incluso de una cabeza de alambre. Como todo lo oscuro es incierto, otros aseguran que el arcano maestro no era otro que el sacristán del templo, llamado Clemente Potosí. Los estudios duraban siete años y siete era el número de los alumnos. Al finalizar los estudios uno de los siete, elegido al azar, pagaba por todos y quedaba al servicio del diabólico profesor, el resto obtenía la libertad. Uno de los alumnos que allí cursó estudios fue Don Enrique de Aragón, Marqués de Villena. Destacó en sus oscuros estudios y sacó provecho a todas las lecciones.

Tanto, que consiguió burlar a su propio maestro. Resulta que, de los siete, le tocó el pago a Don Enrique y quedó preso en la Cueva. Se escondió en una tinaja y colocó un libro de conjuros sobre un atril. Cuando el diablo (o el sacristán) bajó a la cripta y le echó en falta, pensó que Enrique se había fugado con ayuda de sus artes y salió a buscarlo, dejando la puerta abierta tras de sí. Enrique se escapó, pero en el último momento su captor agarró su sombra, y Don Enrique la perdió para siempre. Y ya se sabe que un hombre sin sombra no deja de despertar rumores entre las gentes de bien...

3 comentarios:

  1. Ya había oído/leído la historia, pero jamás la había relacionado con un sitio concreto que se puede visitar hoy en día. Tomo nota.

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  2. En las noches blancas... esa iluminación, esas inforgrafías proyectadas en la piedra... preciosa, si me la contaste a mí, me la contaste bien ;-). El 7... besos.

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  3. Eztala, cuando vengas por aquí te llevaré para que la sitúes.

    Junkal, te la conté bien? Me alegro. Bueno, así la puedes leer y recordarla. Tiene un toque misterioso y esotérico, verdad?

    Gracias!

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